¿Qué nos quería decir la biblia cuando se refería al pecado original?, ¿Será tener sexo sin compromiso?, ¿Por puro placer? Creo que… ¡No!! Hoy en pleno siglo XXI estaríamos un poco más que condenados la mayoría de la humanidad.
Y es que por fin he descubierto cual es el pecado original del siglo XXI y por el que vamos a arder el resto de nuestros días en el infierno. Este grandísimo pecado es…. Acostarse con el ex.
¡Ajá! Lo viví en carne propia, y no porque me haya acostado con mi ex, sino porque lo pensé. Peque de ¡pensamiento! Y casi lo peco de ¡obra! De omisión no, porque no soy morronga y si me lo hubiese comido pues afrontaría mis tontas decisiones.
Esa pequeña serpiente empezó a tentarme con preguntas culas acerca de ¿Cómo sería comérmelo de la manera más fría y calculadora posible? ¿Será que sigue siendo buen polvo? ¿Será que me sigue deseando?
Y es que el ego es cosa seria… Te hace cometer los peores errores sólo por demostrarte que sigues siendo relevante en la vida de alguien.
Así fue como me convertí en la odiada Eva, odiada porque Adán es tan cobarde que la culpa de cometer el pecado original. Fui una provocadora y tenté mi suerte. ¡Sí! Ya les dije que morronga no soy, así que porque no aceptar que fui yo la que comenzó con el jueguito pendejo de intentar acostarme con mi ex.
Después de tener al tonto Adán listo para cometer el pecado original, pues se me quitaron las ganas. Aquí entiendo la maldita y mugrosa afirmación “¿alguien entiende a las mujeres?”.
Pues es aquí donde les explico la no tan complicada mente femenina, al principio si pensé en acostarme con él, pero cuando empezó a cambiarme horarios y decirme que no podía por el trabajo y no sé qué más pendejadas, pues me aburrió. (Hombres si una ex se los pide y Uds. quieren hacerle, es ahí y en ese momento! No habrá después!) Luego cuando el ex mostró las ganas y me dijo que “sentía curiosidad por saber que sería sentir mi cuerpo nuevamente” literalmente jijiji, pues ya no se me dio la gana, no era cuando él dijera.
Entonces… ¿Qué quería yo? Finalmente descubrí que realmente no quería tener sexo tan planeado, era un acoston y ya! Y cuando se complicó con la logística pues me aburrí, en resumidas cuentas solo quería demostrar: 1. Qué me lo puedo echar cuando quiera y 2. El poder que ejerzo todavía sobre él.
Agradezco a la santísima trinidad (Amelita, Frida y mi confundido cerebro) que al final me dieron tantos argumentos en pro y en contra que me dio pereza evaluarlos jajajaja. Pues sí! Aplique una regla básica! El sexo casual deja de ser casual cuando te hace pensar mucho.
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