lunes, 27 de enero de 2014

Los 30 ¿y la rumba?

El paso hacia los 30 se viene acercando lenta pero constantemente, se hace más claro con achaques de una vejez prematura (como buscar mis gafas durante 20 minutos para poder escribir este post). Este increíble descubrimiento (mi entrada a los 30) se me presentó el viernes cruzando la 7ma con 53 a las 10 de la noche en un incipiente estado de embriaguez; venía de sacar plata de un cajero (la falta de efectivo, otra señal de mi adultez) para poder entrar a un bar de universitarios porque de seguro no recibían tarjeta. De repente veo la cigarrería de donde me sacaron por estar en medio de una muchedumbre de barristas de millonarios con una de mis compañeras universitarias de la barra brava de santa fe hace como seis años (mierda! ¿seis años? de por dios, pero cómo se pasa de rápido el tiempo), en ese entonces ("en ese entonces" señal no. 3) tenía agallas y tenis, y era mucho más cínica y pendenciera, cosas que ya no estoy dispuesta a ser (y hay otras más que no volveré a hacer).

Pero el nudo del asunto no va ahí, pienso mientras escucho gyspsy jazz (señal no. 4). El tema es que estaba quebrada y con ganas de bailar (y bailar sola, no para levantar, señal no. 5); mi salario llegaría en dos días así que sobrevivía con los últimos 50 mil pesos que había en mi cuenta (señal no. 6), el único lugar que podía pagar mi borrachera y mis pasos frenéticos era un bar de estudiantes. Todo se hizo más claro cuando el celador no me pidió la cédula (señal no. 7), con tantos pubertosos mi carita de ángel ya no lo engañaba “esta vieja tiene más de 20”. Luego fue la mesa, cuatro chicas lindas con una botella de guaro, limones y cuatro cervezas (que nos podíamos pagar! Señal no. 8), un exceso en comparación con el consumo de las mesas del lado (y es que todos los chicuelos se emborracharon en la cigarrería). La tanda de baile: un montón de niños aprendices que parecían tener entre 18 y 24 años, mi mejor pareja fue un costeño de 19, un año mayor que mi hermanito y muchos años menor que los estudiantes del curso en el que soy monitora! (señal no. 8). A una le da pena decir que tiene 28 ante tanta honestidad, así que para cortar por lo sano me fui por las medias, es decir, mi edad atemporal, 25 años recién cumplidos (señal no. 9) y qué estudio? (ja, me río para adentro), estudio literatura (mentir sobre mi ocupación, señal no. 10). Todo esto no lo hago por temor a envejecer, estoy convencida de que los 30 son los nuevos 20, salvo que ahora si tendré el dinero para pagarme el trago, y la actitud para arrancar al motel o a donde me dé la gana. El temor es la presión social, con tanto niño a uno se le revuelve el estómago, ya no se pueden destruir las ilusiones tan rampantemente (señal no. 9, la creencia en la falsa inocencia, la infantilización de estos pubertosos, pero qué más puede pensar uno? buenos polvos no son, hasta ahora deben estar aprendiendo a manejar el equipo). Es gracioso verlos proponer cuando se tiene la certeza de que están tan vaciados que ni para el motel hay.

Es hora de dejar de visitar estos lugares ¿en qué momento me convertiré en una asidua bailarina de viejotecas? Porque no me queda mucho tiempo, los bares a los que voy me aceptarán hasta los 35? 36? Luego me sentiré incomoda con tanto jovencito. La mezcla de generaciones nunca deja un buen sabor de boca (por algo los diciembres son tan amargos) y la prueba está en la noche en que mi amigo llevó a su nueva novia a mi casa “y qué haces?” le pregunto, “estudio” responde ella, “qué estudias?”, “todavía estoy en el colegio” PLOP –Degenerado!- seguido de un silencio incomodo, la pobre chica nos miraba con ojos de bambi cuando comenzó la tanda de clásicos de tres de la mañana (señal no. 10): la policía te está extorsionando (dinero), pero ellos viven de lo que tu estás pagando y si te tratan como a un delincuente (ladrón) –tendría 17 años cuando canté eso por primera vez, hace más de diez años! (señal no. 11) Y con todo y la pinta reggaetonera que tenía la chica , ignoraba por completo la existencia de la propia nubecita, la propia nubecita aaa, se montaba en su nube (mi suegra), en su nube voladora…


¿dónde rumbea la gente de 30 años? y con rumbear me refiero a bailar, a vestirse bonito, a emborracharse y a actuar como si tuviera 20. Porque me niego a seguir siendo la chica de 25 años con cara de niña y es que si hay algo que he detestado es meterme donde mi generación no me ha llamado. El problema lo he zafado de una manera terrible: si el bar es caro no irán muchos pubertosos, solo los millonarios y no serán mayoría (pajazo clasista mental); la cuestión será al final del mes, cuando no tenga dinero, ¿terminaré en un bar de oficinistas y secretarias, de corbatas sobre la mesa y voluptuosas señoras con cuerpos bonitos, de ancianas embriagadas con el maquillaje corrido cantando “que cara más bonita tiene esa niña, que cara más bonita a mi me va”? 

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