Después de una sesión con mi bruja de cabecera, de comprobar que en un
futuro cercano no voy a ser dominada, casada, o expropiada y que mi vida
laboral avanzará lentamente pero es prometedora, mi capacidad para manejar
diplomáticamente las situaciones de la vida cotidiana se disminuyó al 1%. ¿Por
qué? Porque ya no importaba lo que hiciera, no sería dominada, casada o
expropiada y tendría un fructuoso ascenso hacia la adultez. Eso fue un problema
bastante engorroso porque por un día dejé caer las útiles artimañas sociales de
la comunicación con mis compañeros, pero sobretodo, con mis compañeras de
trabajo; me excedí de cínica y ácida e hice estallar algunas sensibilidades que
andaban por ahí listas para que alguien las activara con un mal comentario.
La víctima: mi pobre amiga de gafas sesenteras, desesperada e irritada
al teléfono (su oficina está a tres cubículos del mío, pero ella prefirió
llamar).
La victimaria: Frida distraída diagramando un texto para impresión,
haciendo sangrías a los párrafos y mirando de cuando en cuando a la ventana
pensando en varias cosas a la vez y respondiendo automáticamente a las
afirmaciones de la víctima.
Antecedentes:
La víctima tiene un novio de mierda que la trata como a un trapero,
una nunca entiende porqué chicas tan inteligentes y lucidas terminan enfrascadas
en esas relaciones.
El novio de mierda descubrió que la víctima se había acostado con su
hermano hace muchos, muchos, muchos años.
El novio de mierda se largó de juerga y luego la insultó.
El hecho:
La víctima cuenta su historia, “y me dijo… y luego hizo… y es tenaz
porque yo nunca he… bla bla bla”. Miro aburrida hacia la ventana y luego digo:
-la verdad no me sorprende, lo
raro es que gente tan inteligente como tu termine en un relación tan
desastrosa.
-yo no sabía que fuera así cuando lo conocí
-y ves –digo aún distraída pensando en mi futuro prometedor sin
presentir su desesperación, no quería solo quejarse, estaba buscando consuelo,
pero por el maldito teléfono no lo presentí!
–¿por qué rayos tienes esas respuestas tan adolescentes? Siempre que
estás con él te comportas así, hay que dejar de pensar como una niña primero y
luego soluciona tus cosas –silencio estremecedor. La he cagado de sobremanera ¿cómo
fui a vomitar ese tipo de pensamientos ocultos (pero ciertos)?!
–yo no hablo así y no respondo
así –dijo. De algún lugar salió mi Frida demoniaca:
–bueno, si tu dices que no,
entonces no – mi vocecilla interior me gritaba: mucha perra desgraciada! Cómo le
dice eso?!
-es muy fácil opinar de algo que no se sabe –dijo mientras se le
quebraba la voz, era hora de parar.
-Lo siento, no quería ofenderte, no quiero añadirte más preocupaciones
–estaba actuando como una maldita provocadora y luego zafándome de la
responsabilidad y mi vocecilla me decía: has asesinado por menos de eso.
-no, -me dijo –no importa, es culpa mía porque no debí contarte esto
PLOP.
Mis respuestas debieron seguir algunas de las técnicas conocidas,
como:
Técnica 1. Decir lo que quieren escuchar y luego establecer empatía,
de hecho lo mejor es asegurar en algún momento “yo haría lo mismo”, o “yo hubiera hecho lo
mismo”:
Fresca, tu sabes que el man te
quiere, y si ya estás cansada pues déjalo y vete con el hermano, cualquiera lo
entendería, yo haría lo mismo.
Técnica 2. Evitar el tema y su discusión, emborrachar al interlocutor
y luego ponerlo a bailar con algún baboso que le diga que es hermosa, se sube
el ego y se ponen en perspectiva las cosas:
Tranquila, lo mejor será que te
calmes ahorita, relájate, igual el man es un guevón, más bien vamos ahorita a
hablar en el bar de la esquina y nos tomamos unos martinis y bailamos hasta el
amanecer
Técnica 3. El espejo. Todo comentario, duda, dilema que presente el
interlocutor o la interlocutora se responde:
Claro, entiendo, pero debes
pensar en lo que realmente quieres, ¿qué es lo que realmente te gustaría hacer?
Técnica 4. La descarada agresiva activa:
No te puedes echar a morir,
necesito que salgas de tu cursicoma y volvamos a la acción. Yo le pegaría a ese
man tres patadas y lo dejaría morir en cualquier esquina. Que vaya y se coma a tu
prima y quedan a paces.
De las cuatro, he de confesar que prefiero la de Simone Dominatriz, es
decir, la cuarta, pero cuando no hay confianza no se puede sin condón, así que
lo recomendable son las tres primeras. Aunque sigue siendo un poco preocupante
que haya que tener tanto cuidado con una misma y con las otras (y eso que no he
hablado de los hombres, que son otra historia más complicada). Es algo extenuante leer en los tonos de la voz, en los comentarios y en el discurso qué es lo
que realmente queremos decir y adaptar según las circunstancias. Estoy mamada
de los pañitos tibios y de las muñequitas de porcelana, necesito un poco de
acción y reacción.
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