Puedo imaginarme un amor cursi. De hecho soy
cursi en ocasiones, pero sería mucho más genial esa imaginería si tal amor
fuera raro, si fuera un amor impensable, inesperado, un amor entre dos
categorías de seres incompatibles, que en realidad implicara pensar en la
expansión de nuestros límites morales, de nuestros límites reales y prácticos y
este es un intento:
My funny
Valentine
Estoy enamorado… en realidad lo estoy? a lo
mejor exagero, no... no puede ser, es imposible, ni siquiera sé si es legal.
Si la madre de valentina supiera que estoy
interesado en su pequeña hija blanca, de clase media, que no tiene más de dos
años de edad… me echaría a la hoguera rezando el rosario con su grupo de
rezanderas. y es que yo no estaba preparado para esto, yo esperaba vivir en un
casa algo liberal, claro, no creí que me fueran a dar un gran recibimiento,
pero por lo menos esperaba que no hubiera una catástrofe si alguien más que
Laura me encontraba, ella me me compró hace diez años en un sexshop y me
envolvió en una bufanda que introdujo en el fondo de su cartera para llevarme a
su casa.
Laura tuvo grandes momentos conmigo, y bueno
es que soy un gran partido, porque lo he pensado bastante, no soy un consolador
cualquiera vaca muerta, yo vibro, tengo seis velocidades! Además estoy
recubierto de silicona y soy flexible, no soy grande ni llamativo como esas
enormes cosas que ahora sacan, unos vibradores del tamaño de un brazo humano
que además vienen con un apéndice que simula ser un grotesco dedo giratorio,
hasta alumbran. Yo quisiera saber cómo hacen las mujeres, y los hombres claro,
para esconder los dildos de sus maridos, esposas, madres, de sus hijos! Yo soy
discreto, tengo el decente tamaño del pene promedio, mi figura es la de uno
erecto en plena forma y mi color es fucsia, y creo que fue justamente eso
último lo que le llamó la atención a la pequeña valentina cuando llegó gateando
bajo la cama de su hermana y me encontró en la caja de bufandas. Y es que
valentina me trató como nunca lo hizo laura. Laura siempre fue utilitarista,
cuando estábamos juntos pensaba en otros, y eso lo sé porque nunca tuvo la
consideración de quedarse callada, siempre que llegaba soltaba un nombre,
aureeelia, raaaaúl, franciiiiiisco. Lo más grave era cuando aparecía en la
habitación borracha a las tres de la mañana con aliento a cigarrillo y a
aguardiente, si me iba bien se me acababan las pilas entre sus piernas porque
se quedaba dormida, pero también podía lanzarme con furia fuera de su cama una
vez llegaba. Aunque laura tuvo sus aciertos, no lo puedo negar, era una
perfecta feminista y yo era indispensable para ella, se sentía orgullosa de mi,
más de una vez la escuché comentarle a sus amigas que ella podría renunciar a
todos los hombres y mujeres siempre que me tuviera a su lado. Nuestra relación
nunca se enfrió, nuestros encuentros eran varios por semana, hasta que se casó.
Eso fue un duro golpe para mí, leyó y habló tanta basura! y no hizo nada, no
subvirtió al mundo como quería, en cambio a mi si me aleccionó sobre las
libertades y las formas de desencajar las categorías heteronomativas que
gobiernan los cuerpos modernos y, a pesar de todo eso, se puso un traje blanco
y un velo, se veía graciosísima, parecía imitando a una pequeña púber
decimonónica entregada a algún terrateniente para que se reprodujera, porque
también tuve que escuchar cuál fue el sentido original del matrimonio moderno.
Es un alivio que nosotros los vibradores no nos reproduzcamos solos.
Lo cierto es que no he podido dejar de pensar
en valentina, my funny valentine. Fue tan sutil cuando me encontró. Silenciosa,
mordiendo su labio inferior y llena de fluidos, babas y mocos mezclándose sobre
su boca rosada, mejillas y mentón, y la forma en la que me tocó, me agarró con
fuerza y me miró como si acabara de descubrir una palabra nueva, una nueva
especie, un tesoro perdido. Después me llevó a su boca y me mordió, sentí las
leves presiones en mi piel de sus encías muecas y me bañó en sus babas, esta
vez no se trató de mi dándole placer a alguien más, esta vez valentina me convirtió
en su objeto de deseo, de conocimiento, tocó los puntos precisos, me encendió
cuando creía que no podía volver a funcionar. Explotó en pequeñas carcajadas
cuando escuchó mi ronronear y sintió mi movimiento en todas las velocidades
mientras me sostenía entre sus pequeñas manos, luego me dominó y me metió de
nuevo en su boca, saboreándome como si fuera una colombina vibrante. Entonces
sentí envidia de los humanos, de sus bocas, de sus fluidos, cuánto diera yo por
producir babas espumosas y mocos líquidos! Y es una embarrada que lo nuestro no
pueda ser, que debamos convertirnos en amantes hasta que su madre me descubra o
hasta que supere su fase oral, porque no soy estúpido, valentina me trató así
porque está conociendo el mundo a través de su boca, y yo daría lo que fuera
porque su anciana madre estuviera lo suficientemente ciega para confundirme con
esas gomas que les dan a los niños tratando de calmar las incomodidades del
nacimiento de los dientes. Jugaríamos todos los días, por lo menos durante un
año, yo podría morir tranquilo, no me importaría que me quemaran, o me mandaran
a la caneca de la basura después, viviría como si el futuro no existiera,
disfrutaría cada instante en su cuna, de su lengua, sus papilas gustativas
rozando mi silicona, de cada risa babosa y de sus manos pegajosas de comida,
mocos y babas y es que con ella no me importaría ser un falo pegachento y sucio
perdido del camino que debía recorrer. Mierda, y es que finalmente si estoy
enamorado.
Que graciosa historia de un falo enamorado, jejej
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