viernes, 13 de septiembre de 2013

My Funny Valentine

Puedo imaginarme un amor cursi. De hecho soy cursi en ocasiones, pero sería mucho más genial esa imaginería si tal amor fuera raro, si fuera un amor impensable, inesperado, un amor entre dos categorías de seres incompatibles, que en realidad implicara pensar en la expansión de nuestros límites morales, de nuestros límites reales y prácticos y este es un intento:


My funny Valentine


Estoy enamorado… en realidad lo estoy? a lo mejor exagero, no... no puede ser, es imposible, ni siquiera sé si es legal.

Si la madre de valentina supiera que estoy interesado en su pequeña hija blanca, de clase media, que no tiene más de dos años de edad…  me echaría a la hoguera rezando el rosario con su grupo de rezanderas. y es que yo no estaba preparado para esto, yo esperaba vivir en un casa algo liberal, claro, no creí que me fueran a dar un gran recibimiento, pero por lo menos esperaba que no hubiera una catástrofe si alguien más que Laura me encontraba, ella me me compró hace diez años en un sexshop y me envolvió en una bufanda que introdujo en el fondo de su cartera para llevarme a su casa.

Laura tuvo grandes momentos conmigo, y bueno es que soy un gran partido, porque lo he pensado bastante, no soy un consolador cualquiera vaca muerta, yo vibro, tengo seis velocidades! Además estoy recubierto de silicona y soy flexible, no soy grande ni llamativo como esas enormes cosas que ahora sacan, unos vibradores del tamaño de un brazo humano que además vienen con un apéndice que simula ser un grotesco dedo giratorio, hasta alumbran. Yo quisiera saber cómo hacen las mujeres, y los hombres claro, para esconder los dildos de sus maridos, esposas, madres, de sus hijos! Yo soy discreto, tengo el decente tamaño del pene promedio, mi figura es la de uno erecto en plena forma y mi color es fucsia, y creo que fue justamente eso último lo que le llamó la atención a la pequeña valentina cuando llegó gateando bajo la cama de su hermana y me encontró en la caja de bufandas. Y es que valentina me trató como nunca lo hizo laura. Laura siempre fue utilitarista, cuando estábamos juntos pensaba en otros, y eso lo sé porque nunca tuvo la consideración de quedarse callada, siempre que llegaba soltaba un nombre, aureeelia, raaaaúl, franciiiiiisco. Lo más grave era cuando aparecía en la habitación borracha a las tres de la mañana con aliento a cigarrillo y a aguardiente, si me iba bien se me acababan las pilas entre sus piernas porque se quedaba dormida, pero también podía lanzarme con furia fuera de su cama una vez llegaba. Aunque laura tuvo sus aciertos, no lo puedo negar, era una perfecta feminista y yo era indispensable para ella, se sentía orgullosa de mi, más de una vez la escuché comentarle a sus amigas que ella podría renunciar a todos los hombres y mujeres siempre que me tuviera a su lado. Nuestra relación nunca se enfrió, nuestros encuentros eran varios por semana, hasta que se casó. Eso fue un duro golpe para mí, leyó y habló tanta basura! y no hizo nada, no subvirtió al mundo como quería, en cambio a mi si me aleccionó sobre las libertades y las formas de desencajar las categorías heteronomativas que gobiernan los cuerpos modernos y, a pesar de todo eso, se puso un traje blanco y un velo, se veía graciosísima, parecía imitando a una pequeña púber decimonónica entregada a algún terrateniente para que se reprodujera, porque también tuve que escuchar cuál fue el sentido original del matrimonio moderno. Es un alivio que nosotros los vibradores no nos reproduzcamos solos.




Lo cierto es que no he podido dejar de pensar en valentina, my funny valentine. Fue tan sutil cuando me encontró. Silenciosa, mordiendo su labio inferior y llena de fluidos, babas y mocos mezclándose sobre su boca rosada, mejillas y mentón, y la forma en la que me tocó, me agarró con fuerza y me miró como si acabara de descubrir una palabra nueva, una nueva especie, un tesoro perdido. Después me llevó a su boca y me mordió, sentí las leves presiones en mi piel de sus encías muecas y me bañó en sus babas, esta vez no se trató de mi dándole placer a alguien más, esta vez valentina me convirtió en su objeto de deseo, de conocimiento, tocó los puntos precisos, me encendió cuando creía que no podía volver a funcionar. Explotó en pequeñas carcajadas cuando escuchó mi ronronear y sintió mi movimiento en todas las velocidades mientras me sostenía entre sus pequeñas manos, luego me dominó y me metió de nuevo en su boca, saboreándome como si fuera una colombina vibrante. Entonces sentí envidia de los humanos, de sus bocas, de sus fluidos, cuánto diera yo por producir babas espumosas y mocos líquidos! Y es una embarrada que lo nuestro no pueda ser, que debamos convertirnos en amantes hasta que su madre me descubra o hasta que supere su fase oral, porque no soy estúpido, valentina me trató así porque está conociendo el mundo a través de su boca, y yo daría lo que fuera porque su anciana madre estuviera lo suficientemente ciega para confundirme con esas gomas que les dan a los niños tratando de calmar las incomodidades del nacimiento de los dientes. Jugaríamos todos los días, por lo menos durante un año, yo podría morir tranquilo, no me importaría que me quemaran, o me mandaran a la caneca de la basura después, viviría como si el futuro no existiera, disfrutaría cada instante en su cuna, de su lengua, sus papilas gustativas rozando mi silicona, de cada risa babosa y de sus manos pegajosas de comida, mocos y babas y es que con ella no me importaría ser un falo pegachento y sucio perdido del camino que debía recorrer. Mierda, y es que finalmente si estoy enamorado. 

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