Esa noche comienza como una más de sábado por la noche, guaro, pola y rubor. El guaro y la pola, es natural de la unión entre Frida, Amelita y yo, pero esta noche tenemos una invitada. Frida en su natural empatía con las viejas que se liberan de relaciones adolescentes, lleva a una cuarta mosquetera.
Ella es la pequeña Lucy y en tono dulce, cuando estamos comprando el trago,dice: Pero yo no tomo mucho.
Yo, en tono descarado, digo: Eso no va a pasar esta noche.
La noche continúa con nuestra tradicional danza de la lluvia, este ritual casi mágico donde Amelita, Frida y yo hablamos de sexo sin pudor frente a un espectador. Nos encanta generar ese tipo de confianza en las viejas, y darles consejos cínicos y descarados que podría no encontrar tan fácil.
Ya después de la primera botella tenemos bastante confianza, hemos transitado en historias de nuestros amantes, vida sentimental, gustos sexuales y promesas de polvos futuros. Nada que hacer, hay que seguir tomando!
Empezamos a bailar y bailar. No sé en qué momento Lucy, nuestra cuarta mosquetera, se convierte en Sexy Lucy. Baila sin cesar y comienza a moverse insinuantemente con Amelita.
Mientras tanto yo observo a nuestro alrededor y, como es de esperarse, aparecen caras de asombro, todos llevamos un godo dentro. Yo ya tuve un curso intensivo con Amelita, bueno en realidad fue más bien como una desintoxicación intensiva de prejuicios en el campo de la bisexualidad.
Siguen bailando y mientras tanto veo la cara perturbada de Frida, es como una madre que descubre que su hija perdió su virginidad. Tengo que sacarla a fumar antes que entre en una crisis de llanto o de furia contra Amelita.
MIentras tanto, transito entre una gran carcajada en mi mente –ese sentido del humor del destino, me alegro la noche- y una pequeña preocupación moral por como todos nos miran. Además soy Simone! Tenía que ser descarada y decirle a Amelita: hágale, si ella quiere...
Así pasó lo que tenía que pasar, Amelita y Sexy Lucy se rumbearon. Mientras tanto trato de controlar a Frida para que no entre en un estado de histeria.
¿Qué pasa después? Tenemos que salir con una Sexy Lucy Destruida. Es cuando la cruda realidad me golpea en la cara y me doy cuenta de lo ebria que soy, en realidad que somos Frida, Amelita y yo, porque el trago ya no nos hace nada. Tenemos que cargar a Sexy Lucy hasta un sofá donde la dejamos inconsciente, somos tan descaradas que seguimos tomando y hablando de lo que pasó, como si ella no estuviera ahí. Discernimos, discutimos y no obtenemos otro consenso más que afirmar con toda seguridad que somos mala influencia.
Así fue la noche del sábado, y continuamos con el desayuno del domingo donde descubrimos que Amelita nos ha regalado otra experiencia, y como buenas amigas tenemos todo el poder de burlarnos y reír para siempre, así ella utilice esa táctica sucia de echarnos en cara momentos no tan decorosos de nosotras que ha presenciado.
Posdata: querida Lucy si lees este post, quiero confesarte que en una noche de pasión, caí en la tentación de besar a una de mis amigas, sus labios cálidos me brindaron un beso apasionado. Y debo confesar que aunque las malditas brujas se burlaron infinito y rieron hasta el cansancio. NO ME ARREPIENTO!
No hay comentarios:
Publicar un comentario