Salgo cada vez que puedo. Me emborracho
hasta que ya no me cabe más guaro en la sangre. Bailo hasta que me echan del
bar y me levanto al que me dé la gana me lo gozo y si me dan ganas me lo como. No
me arreglo ni me entacono, ando cual desgualamida y no me interesan los chuzos
(lugares) de mierda donde me ven la pinta para dejarme entrar, no me trasnocha
en absoluto “Nos reservamos el derecho de admisión”. Si me quiero ir
despelucada a una rumba lo hago, si me quiero ir en tenis lo hago, si se me da
la genial idea de emborracharme en una tienda chirri con rokola incluida
pues... nada como cantar a grito herido a media noche encima de una
silla plástica: Rata inmunda, animal rastrero…
Yo como que me quedé en la rumba
de universidad pública (dirán muchos) a pesar de haber pasado ya la mitad de
mis veintes. El punto es que a mi edad
esto se ve indecoroso, la gente de mi generación que trabaja, estudia su
postgrado y actualiza en Facebook su estado a comprometido, prefiere los planes de levantado: entaconarse,
arreglarse hasta el infinito, tomar whisky y coctel y además irse temprano por
q al otro día toca madrugar.
¿Complejo de Peter Pan?, tal
vez. Etapa tardía, sí, tal vez. Pero ¿cuáles el punto aquí?, que me rehúso a
ser parte del esquema que vive mi generación donde bajo el pilar clave de la
estabilidad emocional, económica y profesional, tienes comprado el pasaje a la
felicidad, y a un ficticio posicionamiento social.
Pasaré por muy hippie pero a mí
me parece aburrido que a mi edad ya estén buscando el "American Dream".
Una familia, un estatus social y un trabajo
económicamente estable. Además de la necesidad de estabilidad emocional es muy
importante para las personas de mi generación conseguir un estatus social y el
camino fácil es una pareja que te ayude a alcanzarlo: una esposa refinada o un
marido que ojalá gane más que tú y que para su círculo social pasen como de
pareja perfecta. Yo quisiera en cambio aventuras de una noche con artistas,
mamertos, yuppies, y relaciones furtivas con chicas irreverentes y libres.
Definitivamente me rehúso a cambiar pañales, a dejar de salir por que mañana
madrugo, y a aguantarme un empleo aburrido y un jefe miserable con la única
satisfacción de un cheque escurridizo a final de mes.
¿Por qué cargar con un peso que
yo no he pedido?, ¿Por qué seguir un camino que yo no he trazado? y ¿Por qué
seguir planes y sueños q alguien más ha construido por mí?. Yo me cansé de
cumplir expectativas: de mi familia, de mi pareja, de la sociedad; donde para
cada cosa hay un momento, para cada etapa una edad, donde el éxito está en un
plan de vida que debemos seguir como si estuviera escrito en piedra, donde la
felicidad es traducida a pareja, hijos y plata, y donde si te sales de ese
camino que han trazado por ti eres un rebelde y nunca vas a encajar en el
status quo social donde la cima de la pirámide la comparten los que la sociedad
llama personas exitosas.
Mi satisfacción no está en
verme a un espejo y ser esa persona que la sociedad quiere que sea. Mi satisfacción personal está en ser libre,
en elegir el camino que quiero, tomarme el tiempo para hacerlo y cambiarlo si
lo deseo, pero sobre todo gozarme el intermedio, reconocerme en el proceso y
darle gusto a mi cuerpo y a mi espíritu sin las privaciones morales que alguien
más impone por mí.
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